Gabriel Abril, un arqueólogo aficionado, descubrió hace unos años los vestigios de una pirámide en la localidad de Cañete, en Cuenca, España. Un yacimiento arqueológico de 400 metros de altura, conocido como el cerro de El Cabezuelo. A vista de pájaro se puede apreciar la forma cuadrada de la disposición piramidal, las esquinas alineadas y unas piedras perfectamente colocadas en forma de bloques. Además, en la tierra han encontrado restos arqueológicos que demuestran la presencia humana desde la Prehistoria hasta la Edad Media.
El autor comenzó a investigar las pirámides antes de cumplir seis años de edad. A lo largo de toda su vida tuvo que lidiar contra las ideas de su entorno familiar, escolar y amistades, de que lo suyo era una «obsesión». Maravillado por las pirámides egipcias que descubrió gracias a los libros de ingeniería de su padre, comenzó a frecuentar las bibliotecas en busca de más datos. No podía admitir, aún en su tierna infancia, que semejantes obras fuesen «tumbas» de faraones ni nada relacionado con algo tan definitivo e inútil como la adoración a los muertos.
Mientras que a los seis años es común que los niños «se pierdan» en casa de amigos, en salas de «futbolín» y otros sitios de diversión infantil, Gabriel Silva «se perdía» en la biblioteca de la escuela, la biblioteca municipal, o incluso hacía varios kilómetros en autobús para ir a las bibliotecas de otras ciudades.
A veces la curiosidad científica le llevaba a indagar en temáticas muy diversas, pero su principal interés y con mucha diferencia, eran las pirámides. Afortunadamente, a pesar de su aparente obsesión, siempre halló respaldo y motivación en su padre, Domingo Silva, ingeniero electricista y científico polifacético, que veía en las pirámides misterios tecnológicos y constructivos que él mismo no podía explicar con fundamento, a pesar de sus amplios conocimientos en ingeniería, construcción, electricidad, electromagnetismo y matemáticas.
En su búsqueda, el descubridor afirma haber encontrado una moneda ibérica, una lasca de sílex, un trozo de sigillata romana (cerámica), y lo que parece ser una cuenta de un abalorio.
El cerro donde se encuentra la ‘Pirámide de Cañete’, conocido como El Cabezuelo, se encuentra protegido desde el año 2004, al figurar en el Inventario de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha. Y es que según expertos en Arqueología, una de las mejores formas de mantener el patrimonio es: que permanezca enterrado sin que nadie lo toque.. ¿? Así pues, el Colegio de Arqueólogos de Madrid criticó duramente el programa «Cuarto Milenio» en el que Iker Jiménez alabó la labor de Abril como descubridor de la pirámide de Cañete. A través de un comunicado el día siguiente a la emisión del programa, el colegio indicó que este espacio televisivo «exaltó el expolio arqueológico» .. Y desde entonces no se ha vuelto a hablar de éste lugar.. ¿Que opinas? A continuación el extracto del programa.
¿Pero es ésta la única pirámide en España? No. Las seis pirámides escalonadas de Güímar, ubicadas en la isla de Tenerife, es un Parque Etnográfico con más de 64.000m2 de gran valor cultural. Estas pirámides son muy parecidas a las de México, Perú y la antigua Mesopotamia, todo un importante hallazgo que ha puesto sobre la mesa diversas teorías de antiguas civilizaciones. Además la zona cuenta con el Museo Casa Chacón, el lugar perfecto para descubrir todas las investigaciones llevadas a cabo en este impresionante y legendario complejo.
Uno de los misterios que muchos exploradores famosos nunca consiguieron resolver es el secreto de éstas pirámides.. ¿Quién las construyó? ¿Cuál fue su propósito? ¿Qué sabemos sobre su historia? Déjanos tu comentario más abajo!
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VER ▶ El Misterio de los Guanches: ¿Pirámides en España que Esconden Túneles Secretos? (Video)
Hay muchas pirámides y en diferentes lugares del mundo. Algunas todavía no fueron descubiertas y causará gran asombro hallarlas, porque serán reconocidas en lugares inimaginables. Lo extraño no son las pirámides, sino la actitud de algunos gobernantes que por razones que no explican, impiden las investigaciones. Como si no creyeran en ellas pero por las dudas prohíben que las estudien. Evidentemente, el egoísmo y la estupidez del hombre todavía no disminuye, sino que parece acrecentarse. Así como se prohíbe la investigación de nuevas fuentes y formas de energía, así se prohíbe el estudio de todo lo extraño, novedoso o inexplicable. Y así seguimos, apenas saliendo de la oscuridad medieval…