Los propietarios de estos cráneos de cristal aparecidos desde el siglo XIX los presentan como antigüedades precolombinas, y los expertos arquean la ceja.. ¿son verdaderos o falsos?
El día que cumplió 17 años, el 1 de enero de 1924, Anna recibió un regalo inesperado. Hacía unos meses que había llegado a Belice en una expedición liderada por su padre, el aventurero Frederick Albert Mitchell-Hedges.
El grupo, integrado por representantes del Museo Británico y especialistas en cultura maya, había comenzado a excavar en una zona selvática conocida como Punta Gorda.
Allí habían hallado un complejo arquitectónico, que bautizaron como Lubaantun, “la ciudad de las piedras caídas”.
Y fue en él donde la joven descubrió uno de los supuestos cráneos de cristal repartidos hoy por el mundo en colecciones públicas y privadas.
El misterioso cráneo de cristal encontrado entre las ruinas de Lubaantum sería conocido a partir de entonces como el “Cráneo del Destino”.
Este misterioso objeto de cinco kilos de peso fabricado con cristal puro de cuarzo que, salvo pequeñas anomalías, era anatómicamente perfecto, era posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño (12,7 cm. de altura y 18 cms de largo).
Pero también tenía otras particularidades..
Alumbrado por debajo, la luz salía por las cuencas, y alcanzada por detrás por los rayos del sol, un intenso haz luminoso (capaz de encender fuego) salía por las cuencas, la nariz y la boca.
Y, como si ello no fuera suficiente, presentaba un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs), lo que significa que para lograr tallar esta pieza sólo se pudo emplear un cristal aún más resistente, como es el rubí o el diamante, o la utilización de una técnica láser, algo ciertamente imposible en la época de los mayas.
Los que propician el origen misterioso de la reliquia, aseguran que ésta no sólo tendría poderes sobrenaturales, sino que, además, no sería la única, tal como advierte una antigua leyenda maya, que afirma que existen en total 13 calaveras mágicas en la Tierra, todas de cristal.
Muchas incógnitas sin resolver
Los cráneos de cristal de cuarzo se han vinculado con los pueblos mesoamericanos precolombinos (aztecas, mayas, toltecas y mixtecos).
Sin embargo, no sabemos nada sobre su origen –ninguno procede de una excavación documentada–, ni con certeza dónde y cómo se hallaron.
Hay quien los considera piezas de arte tal vez usadas en las iglesias como base para los crucifijos.
Otros se aventuran a afirmar que son el legado de inteligencias alienígenas, vestigios de la legendaria Atlántida o el trabajo de una sociedad sofisticada que viviría en el centro de la Tierra.
De todos modos, todavía quedan muchas incógnitas sin resolver en relación con estas reliquias, y cómo por ejemplo, una nueva talla descubierta recietemente nos puede enseñar lo mucho que nos queda por aprender.
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